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Micro relatos

Chifón

El color gris predominaba en las paredes y algunos muebles se miraban arañados por las garras mininas de la rutina. Los focos estilo vintage, creaban un espacio cálido y agradable. Vendían café y pan. Los espacios se compartían y el concepto de mesero se dignificó, debías hacer fila para ordenar y tú mismo ibas por tu pedido a la barra.

Después de un rato, empezabas a acostumbrarte a estar con medio cuerpo dentro del murmullo incesante de 50 personas y la otra mitad con tu dialogo interno, a veces sonaban igual. Mayormente iba sola, y por voluntad propia, blanco fácil para gente que necesita hablar con extraños; supongo les es difícil lidiar con la soledad. En ocasiones me invitaban a sentarme con ellos, parecería que ya me esperaban; empezaban a vomitar sus interrogantes existenciales; yo me apresuraba a escucharlos, pero con mucha atención para dar el mensaje certero. En la mano ya tenía listos mis audífonos. Afortunadamente la cafeína aceleraba el intercambio de información.

Las personas se sienten más cómodas para hablar cuando las miras a los ojos, salvo algunas que mueven sus labios rozando el blanco chifón, disfraz fantasmal que los cubre; y desde ahí emerge una voz tenue. Algunas veces he dialogado así, es probable que con ese mismo manto, escriba. 


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