Se detuvo sigiloso ante la puerta, miró detenidamente la vieja cerradura corroída y su gran ojo inquietante; del otro lado…
Dos astros ardiendo en el espacio abierto de la nada, En propulsión, el movimiento circular de la persecución y el perseguido. El apego invisible equilibra la distancia entre ellos para no estallar en la locura de la necesidad. Rendidos ante la fuerza gravitatoria de lo desconocido. Avanzando en armonía con el pulsar del cosmos; inmersos plenamente en el baile imposible del destino. El fuego de la rebeldía ilumina este universo observable; hace evidente la tensión. Es ahora la destrucción del número dos, es aquí el tic tac de un corazón en explosión.